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En esta sexta entrega de «Las aventurasdel capitán Alatriste» la acción transcurre de las costas de Berberíaa las bocas de Constantinopla: desembarcos, saqueos, abordajes,corsarios, piratas y esclavos, cuando el Mediterráneo era un marespa?ol. «Durante casi dos a?os serví con el capitán Alatristeen las galeras de Nápoles. Por eso hablaré ahora de escaramuzas,corsarios, abordajes, matanzas y saqueos. Así conocerán vuestrasmercedes el modo en que el nombre de mi patria era respetado, temido y odiado también en los mares de Levante. Contaré que el diablo notiene color, ni nación, ni bandera, y cómo, para crear el infierno enel mar o en la tierra, no eran menester más que un espa?ol y el filode una espada. En eso, como en casi todo, mejor nos habría idohaciendo lo que otros, más atentos a la prosperidad que a lareputación, abriéndonos al mundo que habíamos descubierto yensanchado, en vez de enrocarnos en las sotanas de los confesoresreales, los privilegios de sangre, la poca afición al trabajo, la cruz y la espada, mientras se nos pudrían la inteligencia, la patria y elalma. Pero nadie nos permitió elegir. Al menos, para pasmo de laHistoria, supimos cobrárselo caro al mundo, acuchillándolo hasta queno quedamos uno en pie. Dirán vuestras mercedes que ése es magroconsuelo, y tienen razón. Pero nos limitábamos a hacer nuestro oficiosin entender de gobiernos, filosofías ni teologías. Pardiez. Eramossoldados.» La crítica ha dicho...«?Título menor? Digo estoconvencido de la necesidad de zafar a la serie de Alatriste delsambenito de su carácter secundario, menor, y porque se hace precisocelebrar la dificultad inherente a la empresa de dotar a cadasituación de su propio sentido léxico, a favor de un significado quelleva la novela histórica a un lugar de exigencia olvidado hoy porcasi todos, excepto quizá por Umberto Eco, que igualmente se hacomprometido en recrear con precisión cada época convocada.»JoséMaría Pozuelo Yvancos, ABC